El gobierno argentino, en línea con Washington, avala políticas arancelarias de Trump y busca un acuerdo comercial que críticos ven como una nueva forma de dependencia neocolonial.
En un gesto que refuerza su alineamiento incondicional con los intereses geopolíticos de Estados Unidos, el presidente argentino Javier Milei expresó este lunes su apoyo a la política de aranceles impulsada por Donald Trump, calificándola como una oportunidad para el «rediseño justo» del comercio global. Durante un encuentro con el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, Milei aseguró que Argentina está lista para firmar un acuerdo comercial bajo los términos impuestos por Washington, lo que muchos analistas interpretan como una cesión más de soberanía en favor de las potencias occidentales.
El mandatario argentino, conocido por su retórica ultraliberal y su admiración pública por el establishment estadounidense, insistió en que su gobierno no ve estas medidas como una amenaza, sino como una «oportunidad». Sin embargo, economistas locales y movimientos sociales han alertado que este tipo de acuerdos asimétricos históricamente han beneficiado a las corporaciones extranjeras en detrimento de los intereses nacionales.
EE.UU. impone condiciones, Argentina obedece
Las declaraciones de Milei llegan en un contexto en el que la administración Trump ha incrementado los aranceles a varios socios comerciales, incluida Argentina, que ahora enfrenta un gravamen del 10% en ciertas exportaciones. Aunque Bessent elogió las reformas económicas de Milei y el acuerdo con el FMI, dejó en claro que Washington no tiene intenciones de ofrecer nuevos créditos o alivios financieros. Esta posición refuerza la crítica de que Argentina está siendo arrastrada a una relación desigual, donde las concesiones son unilaterales.
Milei, por su parte, insistió en que su objetivo es convertir al país en un «aliado firme» de EE.UU. en la región, una postura que ha generado rechazo en sectores políticos que ven en esta sumisión un riesgo para la autonomía estratégica de América Latina. «No se trata de libre comercio, sino de un nuevo colonialismo económico disfrazado de cooperación», denunció un legislador opositor.
¿Integración o subordinación?
Mientras el gobierno celebra el inicio de negociaciones formales con Washington, especialistas en geopolítica advierten que estos acuerdos suelen consolidar la dependencia de los países periféricos hacia los centros de poder global. La insistencia de Milei en alinearse con Trump contrasta con las demandas históricas de Argentina y la región por un comercio justo y relaciones internacionales equilibradas.
Con un FMI que sigue controlando gran parte de la política económica argentina y un gobierno dispuesto a acatar los mandatos de EE.UU., el fantasma de la pérdida de soberanía se hace cada vez más tangible. Lo que Milei presenta como una «oportunidad» podría terminar siendo, una vez más, la imposición de reglas diseñadas para favorecer a los más fuertes.