Tras 25 años considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad, el centro histórico de Arequipa ya es reconocido a nivel internacional. El valor que aporta la ciudad al mundo, se asemeja al de ciudades de renombre como Florencia, Kioto, Jerusalén, Roma, París, entre otras, que resultan piezas invaluables en la historia de la humanidad.
Sin embargo, siendo uno de estos baluartes de la historia no se le ha tratado como tal y, ante la falta de interés y acción, la depredación de la zona histórica ha sido constante y deliberada, por lo que es una urbe que no solo resiste al paso del tiempo, sino a las negligencias de su propia gente.
Destrucción de casonas y fachadas, un problema constante
De acuerdo con cifras de la gerencia del centro histórico, al año se llegan a identificar alrededor de 40 alteraciones en las casonas de la zona, desde construcciones indebidas como demoliciones de predios, los cuales a lo largo de los años han afectado a una parte importante de las más de 1500 edificaciones que se pueden encontrar. Algunas de las infracciones más recientes son la construcción del hotel “Viajero Hostels” ubicado en la calle Jerusalén, el cual no mantiene el estilo arquitectónico de la ciudad, o la construcción ilícita de un piso extra en uno de los restaurantes de la plaza de San Francisco.
De acuerdo con la gerencia, estas alteraciones en el centro de Arequipa reciben continuamente notificaciones. Sin embargo, no se ha reducido la cantidad de edificaciones modificadas ni mucho menos se ha promovido la remodelación de las casonas en estado frágil, otro aspecto que también destruye el patrimonio ante el inminente derrumbamiento de estas casonas.

Recomendaciones de la Unesco
Luego de los primeros años como patrimonio mundial y, ante las carencias en las políticas de conservación que ejecutaba la municipalidad, un monitoreo de la ciudad por parte de la UNESCO culminó con un informe con recomendaciones a las autoridades locales a tomar en cuenta para la preservación efectiva del patrimonio. Principalmente, la implementación de un plan maestro de gestión para el centro histórico que establezca un área de amortiguamiento, para una mejor protección de los monumentos arquitectónicos, lo que incluye las casonas, las calles, veredas y otras edificaciones.
Aunque se propuso, pasaron años hasta que esta medida se pudo realizar completamente (el primer monitoreo de la UNESCO fue en 2008 y la ordenanza de partes de la municipalidad no se hizo hasta 2012). Aun así, no pudo evitarse la alteración del patrimonio ni de sus paisajes, muchas veces por construcciones obstructivas que se hacían en los alrededores del centro o en zonas que eran parte de la campiña céntrica como el llamado Hotel Presidente ubicado en la calle Piérola, o la demolición de estructuras por la zona de la Recoleta, cruzando el río.
Importancia del marco circundante como herramienta de conservación
Aunque no se niega la falta de eficacia en la aplicación de una zona de amortiguamiento, especialistas consideran que una herramienta idónea a complementar sería la de los marcos circundantes para proteger la armonía de las edificaciones. De acuerdo con el arquitecto William Palomino, esta considera el perímetro alrededor de una edificación, el cual afecta directamente con su puesta en valor y su paisaje; y puede ayudar a prevenir la alteración de las casonas. Aunque no es una normativa establecida, es un recurso al que se puede recurrir legalmente en zonas patrimoniales en general.
Por otro lado, la reducción del tránsito también ha sido un punto de observación por parte de la UNESCO, aspecto pobremente gestionado por parte de la municipalidad, cuyos esfuerzos nunca terminaron de resolver el tráfico ni la afluencia vial. Acciones como la peatonalización de las calles y el plaqueo (el cual se planea cambiar limitando aún más el ingreso de vehículos) aún se ven lejos de lograr grandes cambios en el centro, el cual sigue con altos niveles de contaminación y smog.
Campiña como pieza clave en el reconocimiento de Arequipa
Desde su declaración, el área patrimonial de Arequipa fue creciendo hasta convertirse en una parte considerable del distrito de Cercado, incluyendo un segundo factor: la campiña y la cuenca del río Chili.
Siendo zonas colindantes al centro histórico, ambos tienen un valor paisajístico y ambiental que se conjunta con la zona metropolitana y se relaciona de forma directa con él, agregando que la campiña forma parte de la historia de la ciudad al ser una zona agraria que ha sido utilizada desde hace siglos, incluso por culturas prehispánicas.
A pesar de reconocerse la integración de la campiña como elemento paisajístico en la declaratoria de patrimonio, no se implementaron medidas de protección hasta años después, y a pasos lentos, provocando que la campiña céntrica se haya visto reducida considerablemente por la expansión urbana, y convirtiendo estos espacios en zonas no controladas. Esto ha causado la instalación de personas indigentes o delincuentes, afectando en la imagen y en la seguridad.

Por este motivo, en los últimos años se propuso la integración de las partes aledañas al centro como espacios para la ciudadanía. El arquitecto Julio Aspilicueta, especialista en el tema, plantea alternativas como la construcción de parques ecológicos que además puedan rentabilizar las áreas verdes o la adquisición de zonas frágiles por parte de las autoridades para su cuidado exhaustivo.
Una responsabilidad ciudadana
Cabe resaltar que, según los especialistas, nuestro patrimonio no solo es por su conjunto arquitectónico y paisajístico, y no se complementa solo por nuestras tradiciones y costumbres. «También es lo que es por las personas que viven día a día cruzando sus calles, las juventudes que son y serán parte de la historia de nuestra ciudad. Desarrollar un sentido de identificación cultural más fuerte en la población arequipeña es determinante para cuidar mejor la riqueza patrimonial».
Ya existen antecedentes lamentables de maltrato a espacios emblemáticos del centro, desde graffitis en muros de casonas hasta puntos de acumulación de desechos desbordados. Uno de los episodios más recientes fue la invasión de la pileta de la Plaza de Armas durante carnavales, un acto que reflejó el poco aprecio que algunos ciudadanos tienen por este legado.
Un tema de educación y de ética de la población de Arequipa
Resulta necesario visibilizar y concientizar a las personas que como ciudadanos de Arequipa, más que ganarnos un título de patrimonio para la ciudad, es una responsabilidad de todos el conservarlo, aspecto que se debe enseñar desde las generaciones más jóvenes. Incluso podría ser motivo de enseñanza dentro de los colegios.
A su vez, debe prestarse especial atención a quienes, por su rol profesional, influyen directamente en la conservación del centro histórico. Arquitectos, ingenieros y proyectistas que firman y ejecutan obras que infringen las normas de protección, contribuyen a la progresiva pérdida de valor arquitectónico del centro. En lugar de ser agentes de preservación, muchos terminan siendo cómplices de su deterioro.
En suma, el camino para asegurar el buen estado del patrimonio aún es largo. Las autoridades locales, los profesionales y los ciudadanos tienen una serie de responsabilidades que hacen falta cumplir, y es imperativo fomentar una cultura de la preservación e integrar más medidas y herramientas para su cuidado en medio de un crecimiento urbano al que más ha estado sobreviviendo que desarrollándose.